domingo, 31 de agosto de 2014

El estrecho queda cerca












Se nota que Daniel Monzón ha respirado mucho cine de género hasta llegar a su ultima película, “EL niño”. Ya con "Celda 211", su anterior película, nos regaló un notable trabajo carcelario que encuentra continuidad en este intenso thriller fronterizo, situado al sur, en la geografía abierta, marina, soleada, populosa, comprometida y problemática del estrecho de Gibraltar, ese límite, o nido de víboras con maletín, situado entre Europa y África.
Debo confesar que, a pesar de todos sus Goyas y de su éxito de público, no me gustó demasiado 'Celda 211': me pareció una película bastante tramposa (¿un condenado en España por "homicidio en primer grado"?), con unos errores de cásting de bulto  y ciertas subtramas  prescindibles.
Así que esta semana me he enfrentado con cierta prevención a 'El niño', su nueva película, escrita, como aquella, por él mismo y Jorge Guerricaechevarría. Y la sorpresa ha sido monumental, porque me he encontrado no sólo con uno de los mejores thrillers jamás rodados en el cine español, sino con uno de los mejores thrillers de las últimas décadas.
"El niño" cuenta dos historias paralelas que se desarrollan en la zona del Estrecho. Por un lado, la de un policía obsesionado con desmantelar una red internacional de tráfico de cocaína. Por otro, la de dos amigos de Algeciras que sueñan con ganar dinero fácil y, con la ayuda de un marroquí-español, deciden dedicarse al contrabando de hachís a pequeña escala utilizando una moto acuática. Naturalmente, las dos tramas acaban convergiendo en una final espectacular y perfectamente hilado tanto sobre el papel como en la pantalla.La producción es excelente.  El retrato de la vida cotidiana a ambos lados del Estrecho, realista y naturalista. Las escenas de acción están rodadas con pulso firme y muy bien montadas. Los diálogos tienen autenticidad. Las elipsis son las justas y necesarias. El ritmo es trepidante, intenso y no da un respiro a lo largo de las dos horas y cuarto de metraje, que se evaporan en un suspiro y  la música completa un excelente trabajo gracias a la mano experimentada de Roque Baños, siendo alusiva, en todo momento,  a los emplazamientos donde transcurre la acción.
Las actuaciones son competentes. Con un Luis Tosar inconmesurable, como siempre, y unos secundarios de lujo como Sergi Lopez , Eduard Fernandez y Barbara Lennie. Entre los protagonistas jóvenes, muchos de ellos actores no profesionales, hay algunos altibajos pero, en conjunto, el casting no chirría.
En fin, un excelente ejemplo de cine bien hecho, sin grandes novedades ni logros espectaculares, pero donde cada pieza del estudiado y complejo engranaje funciona a la perfección, derrochando talento narrativo y con un empaque visual y un acabado primoroso que hace parecer fácil lo básico: Crear unos personajes atractivos, veraces y vibrantes, meterlos en una intriga palpitante llena de acción, recovecos, turbiedad y avidez y lograr que cada escena haga avanzar el conjunto, añadiendo algún matiz inesperado que nos involucra de lleno en el desarrollo de las diversas historias paralelas, sin decaimiento del ritmo y con un desenlace potente y rotundo que ata eficazmente todos los cabos.









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