"The
deep blue sea" es una pequeña joya inglesa cuyo aire frío y
distante quizás no convenza a todo el mundo, pero vale la pena
verla.
Firmada
por el conocido
director británico Terence Davies, esta personalísima película es
una adaptación de la obra de Terece Rattigan, de la qual el propio
Davies escribió el guión adaptado para la gran pantalla. El film
compitió en la 59 edición del Festival Internancional de Cine de
San Sebastián, levantando dispares reacciones entre el público, y
la crítica.
Absolutamente
teatral en su puesta en escena, la película se vale de tres
factores de peso para la narración: por un lado la estupenda
fotografía de Florian Hoffmeister que, con unas iluminaciones que
rozan lo onírico y resultan altamente creativas, parece pintar
emociones en este retrato de pasiones encontradas. Por otro lado, el
tratamiento del sonido y la banda sonora que coge prestada de Samuel
Barber un concierto de cuerda majestuoso que dota al drama de la
película de un tono casi operístico. Y, por último, las
interpretaciones del trío protagonista, majestuosas para algunos y extremadamente frías para otros, aunque hay que reconocer que son
profundas y poderosas, sin exageraciones ni histrionismos, ya que
cada cual borda su papel con una elegancia y dignidad mas propia de
una representación teatral que de un película.
Pero,
The deep blue sea no es, seguramente, una película para todos los
públicos. Con planos muy logrados, escenas lentas sin diálogo y un
montaje que trata que entendamos, sobre todo, como evoluciona la mente de la
protagonista:Una radiante Rachel Weisz que con su interpretación en el papel de una
mujer que vive agasajada pero infeliz con un juez rico (Simon Russell
Beale) que la ama con locura, en un ambiente quizá demasiado culto y
acomodado nos demuestra con creces que una imagen vale más que mil
palabras. Así, su personaje es cálido, sensual, apasionado y
trágico, sensaciones, todas ellas, que la actriz británica consigue transmitir con
autentico entusiasmo. Su desgracia sera enamorarse de un ex-piloto
(Tom Hiddleston) que le aportara ese vigor juvenil, ese riesgo, esa
pasión, esa espontaneidad, que no le da su matrimonio. Pero, como
suele pasar, mientras su marido se arrastra dejando atrás hasta su
dignidad para poder volver a su lado, ella hace lo mismo con un amante
al que le reclama, constantemente, más atención y más cariño,
aunque seguramente si el se lo diera ella ya no tendría ese interés
y dependencia.
Quizás
“The Deep Blue” Sea sea, en su forma, una película ensimismada en su propia
belleza. Fría como un témpano,dolorosa, hermosa e inalcanzable,
pero habla de pasiones desbordantes y por ello es más hermosa si
cabe.
El
retrato que Davies realiza sobre una historia de amor adúltero es
atípica y nada convencional, lejos de lo común y este es,
precisamente, uno de los puntos más destacables del film, que una
historia tan vista como ésta, sea llevada a cabo de forma distinta.
La mirada de Davies es profunda, como bien el título de la película indica.Puro cine de autor europeo.