jueves, 2 de mayo de 2013

Una mujer en la ventana







"The deep blue sea" es una pequeña joya inglesa cuyo aire frío y distante quizás no convenza a todo el mundo, pero vale la pena verla.
Firmada por el conocido director británico Terence Davies, esta personalísima película es una adaptación de la obra de Terece Rattigan, de la qual el propio Davies escribió el guión adaptado para la gran pantalla. El film compitió en la 59 edición del Festival Internancional de Cine de San Sebastián, levantando dispares reacciones entre el público, y la crítica.
Absolutamente teatral en su puesta en escena, la película se vale de tres factores de peso para la narración: por un lado la estupenda fotografía de Florian Hoffmeister que, con unas iluminaciones que rozan lo onírico y resultan altamente creativas, parece pintar emociones en este retrato de pasiones encontradas. Por otro lado, el tratamiento del sonido y la banda sonora que coge prestada de Samuel Barber un concierto de cuerda majestuoso que dota al drama de la película de un tono casi operístico. Y, por último, las interpretaciones del trío protagonista, majestuosas para algunos y  extremadamente frías para otros, aunque hay que reconocer que son profundas y poderosas, sin exageraciones ni histrionismos, ya que cada cual borda su papel con una elegancia y dignidad mas propia de una representación teatral que de un película.

Pero, The deep blue sea no es, seguramente, una película para todos los públicos. Con planos muy logrados, escenas lentas sin diálogo y un montaje que trata que entendamos, sobre todo,  como evoluciona la mente de la protagonista:Una  radiante Rachel Weisz que con su interpretación en el papel de una mujer que vive agasajada pero infeliz con un juez rico (Simon Russell Beale) que la ama con locura, en un ambiente quizá demasiado culto y acomodado nos demuestra con creces que una imagen vale más que mil palabras. Así, su personaje es cálido, sensual, apasionado y trágico, sensaciones, todas ellas, que  la actriz británica  consigue transmitir con autentico entusiasmo. Su desgracia sera enamorarse de un ex-piloto (Tom Hiddleston) que le aportara ese vigor juvenil, ese riesgo, esa pasión, esa espontaneidad, que no le da su matrimonio. Pero, como suele pasar, mientras su marido se arrastra dejando atrás hasta su dignidad para poder volver a su lado, ella hace lo mismo con un amante al que le reclama, constantemente, más atención y más cariño, aunque seguramente si el se lo diera ella ya no tendría ese interés y dependencia.
Quizás “The Deep Blue” Sea sea, en su forma,  una película ensimismada en su propia belleza. Fría como un témpano,dolorosa, hermosa e inalcanzable, pero  habla de pasiones desbordantes y por ello es  más hermosa si cabe.
El retrato que Davies realiza sobre una historia de amor adúltero es atípica y nada convencional, lejos de lo común y este es, precisamente, uno de los puntos más destacables del film, que una historia tan vista como ésta, sea llevada a cabo de forma distinta. La mirada de Davies es profunda, como bien el título de la película indica.Puro cine de autor europeo.