lunes, 30 de abril de 2012

Cine inclasificable





“ALPS” es la tercera película del griego Yorgos Lanthinos, director de la muy original “Canino” a través de la cual  nos descubrió la vitalidad que la cinematografía griega está experimentando en los últimos años y que le valió, incluso, una nominación a los Oscar.
Pero, aparte de compartir una estética minimalista y la descripción de un universo cerrado, y artificial, sometido a estrambóticas reglas de conducta, en “Canino” el director nos contaba la historia de una chica que intentaba escapar de un mundo ficticio, mientras que en “Alps” nos habla de un grupo de personas que desean vivir en un mundo de mentira.
Así, los Alpes son un grupo formado por cuatro individuos, una enfermera, un conductor de ambulancia, y una gimnasta y su entrenador, aparentemente integrados en la sociedad, cuyo supuesto objetivo es aliviar el duelo de personas que acaban de perder a un ser querido. Para ello ofrecen a los afectados una envenenada y poco ortodoxa terapia que consiste en hacerse pasar por los fallecidos, reproduciendo sus rutinas e imitando sus conductas hasta que superen el trance. Con esto, los Alpes, buscan no tanto un beneficio material como la afirmación de su propia identidad y una cura para sus propios trastornos afectivos, ya que todos ellos son víctimas del miedo, la soledad o la presión económica y social.
Un equipo A de los sentimientos que tiene como misión reemplazar la ausencia que dejan los seres queridos, intentando suplantarlos por momentos, en una Europa que ha perdido el norte y en la que el sur está en bancarrota.
En definitiva, un guión extraordinario, premiado en el último Festival de Venecia, una exhibición de un cineasta sumamente ambicioso, y una historia que no dejará indiferente a nadie porque dice demasiado y, peor aún, nos muestra lo que no queremos ver.

domingo, 29 de abril de 2012

Ruido




Muchas veces me pregunto si realmente estoy obsesionada con algo tan normal en la ciudad como es el ruido, aunque después de darle muchas vueltas al asunto he llegado a la conclusión de que, simplemente, lo que me pasa es que no quiero tener que convivir con el.
Hay gente que parece ser indemne a los a los motores de las motos, a las alarmas sonando a todas horas, a la música no deseada, al bullicio de las terrazas y plazas hasta altas horas de la madrugada, o al ruido ensordecedor de las máquinas, pero yo, desgraciadamente, no lo soy.
El problema es que nos ha tocado  vivir en una sociedad donde nos hemos acostumbrado tanto a producir y escuchar ruido, que ya resulta normal para nosotros.
Como consecuencia de la Revolución Industrial  los sonidos tecnológicos empezaron a desplazar a los sonidos humanos y naturales, así que la intensidad y los decibelios fueron aumentando paulatinamente hasta llegar a “la cloaca sonora de nuestro entorno contemporáneo”.
Sin ir demasiado lejos, en España, uno de los países más ruidosos de Europa, el problema endémico del ruido incrustado en las viviendas de vecinos con ganas de dormir no está lejos de resolverse, sino más bien al contrario, parece que va a ir a más.
La entrada en vigor de la Ley Antitabaco está suponiendo un “aluvión” de denuncias, ya que la prohibición de fumar en el interior de los bares, restaurantes y discotecas ha provocado que muchos locales opten por colocar terrazas en el exterior, en muchos casos sin permiso, para que sus clientes puedan fumar, cosa que genera jaleo en la calle durante toda la noche, y molestias importantes a los vecinos de los inmuebles cercanos. En juego está el derecho al descanso de unos, y el legítimo interés económico de otros.
Así, el ruido de las denuncias que están proliferando en muchos pueblos y ciudades de España se hace cada vez más ensordecedor y amenaza con reventar muchos cristales...