martes, 24 de abril de 2012

De elefantadas y otras fantasmadas reales





En estos tiempos de crisis, de recortes sociales, de descontento, de falta de oportunidades, en definitiva, de miedo, solo nos faltaba la elefantada de Su Majestad el Rey.
Así, la indignación suscitada por la “travesura” del Rey proviene, sobre todo, por la falta de solidaridad con su pueblo que este gesto demuestra.
Cuando en este país hemos llegado al 24% de paro, el 50% entre los jóvenes, cuando nuestra economía está a un paso de ser intervenida, cuando los españoles ya no confían ni en nada ni en nadie, nuestro Rey se divierte matando elefantes en África. Aunque parece que esto de las armas y la caza mayor no tiene nada de nuevo, sino que es una vieja pasión suya. Y si no que se lo pregunten a ese pobre oso de Vologda al que, en 2006, los anfitriones rusos drogaron con vodka y miel para que nuestro Rey pudiera matarlo a placer.
De hecho, si analizamos bien la cuestión va más allá de una mera equivocación, ya que en la crisis tan profunda  por la que estamos pasando la gente necesita agarrarse a algo, instituciones y personas con autoridad moral en la que puedan depositar su confianza, ya que los gobiernos, el parlamento y, sobre todo, los bancos, la han perdido.
Además, resulta que las monarquías son caras y las pagamos nosotros, por lo que su única razón de ser sería, precisamente, esa, la de tranquilizar y moderar en el mundo podrido de la política actual. Sino cumplen este requisito, son puro parasitismo social que debería incluirse en el paquete de recortes del gasto público. Es decir, si quieren ser reyes que lo sean, pero que no vivan como reyes.