jueves, 7 de junio de 2012

La cara oculta del lenguaje





Los seres humanos, a lo largo de los tiempos, hemos desarrollado complejos sistemas de comunicación hasta convertir a la Tierra en una especie de  cerebro planetario, un espacio inmenso de redes donde cada uno de nosotros es una neurona.
Pero, de todos los signos que colman el espacio comunicativo de nuestro planeta, los únicos que son propios de nuestra especie son los verbales. La facultad del lenguaje es humana y solo humana, y el lenguaje verbal constituye un sistema que nos permite intercambiar e interpretar gran cantidad de información, viajar a través del espacio y del tiempo, esconder, controlar y tergiversar  información, enmascararla y manipularla y, como consecuencia, crear mundos posibles, reales o ficticios.
Ahora bien, la importancia del lenguaje no representa, de ninguna manera, la extinción de otras formas de comunicación, de manera que los signos no verbales han acabado por ser el complemento ideal que acompaña, casi siempre, al lenguaje verbal.
Así, un leve arqueamiento de cejas, un casi imperceptible cabeceo, un guiño de ojos, la inflexión de la voz, el ritmo de la respiración, un sutil movimiento de labios, un beso, una sonrisa, un abrazo o un suspiro nos ofrecen el plus de información necesaria para acabar de convertir en exitoso un acto comunicativo.
La información contenida en los signos no verbales tiende a reflejar nuestro estado emocional, nuestra actitud ante los demás y ante la vida , nuestra educación y los rasgos más característicos de nuestra personalidad. Su función es tan importante  que, muy a menudo, la naturaleza hace que la información no verbal circule por debajo del umbral de la conciéncia.
Es cierto que durante décadas esta parte no verbal de la comunicación fue objeto de muy poca consideración por parte de los estudiosos, hasta el punto de  que llegó a ser considerada como la cara oculta de la comunicación.
Solo a mediados del siglo XX, en gran parte gracias al despliegue de las nuevas tecnologías generadoras de universos audiovisuales, como son el cine, la televisión, o la publicidad,  el lenguaje no verbal empezó a salir del armario, con lo que pudimos contemplar la irrupción de los cuerpos y del mundo no verbal en la mayoría de los ámbitos del conocimiento.
Es indudable que  las nuevas tecnologías de lo audiovisual han contribuido de manera decisiva a situar al lenguaje no verbal como un objeto informativo de primer orden, hasta el punto de situar esta tendéncia como el hecho sociológico más importante de los nuevos discursos de la modernidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario