jueves, 22 de marzo de 2012

Del Fausto de Goethe al de Alexander Sokurov




El Doctor Fausto es el protagonista de una leyenda clásica alemana que ha sido plasmada por diferentes escritores, músicos, y poetas a lo largo de los siglos. De todos ellos quizás el mas conocido sea el sublime poema épico “Fausto” de Johan Wolfgang van Goethe.
La leyenda narra la historia de un erudito de gran éxito, pero  también insatisfecho con su vida, que hace un pacto con el diablo intercambiando su alma por el conocimiento ilimitado y los placeres mundanos. Se  trata de un viaje espiritual y, al mismo tiempo, un descenso a los infiernos, una metáfora mítica de la lucha de todo ser humano por encontrar la luz en medio de las tinieblas.
Este fascinante personaje también ha sido llevado al cine, en diversas ocasiones, con mayor o menor éxito. El último intento ha sido el Fausto cinematográfico de Alexander Sokurov. Una adaptación bastante libre del relato que a mi, personalmente, me molesto visualmente.
 Se trata de un filme complejo,  barroco y de ritmo endemoniado que consiguió el León de Oro de Venecia a la mejor película del 2011. Así, Sokurov, para dar forma a uno de los arquetipos básicos de nuestra civilización, el hombre fáustico, nos sumerge en un caleidoscopio de imágenes sinuosas y fantásticas. Un salto al vacío donde el director arrastra a personajes y espectadores en una montaña rusa a través de un decorado surrealista, que tiene tanto del Fausto de Goethe como del más perverso País de las Maravillas de Lewis Carroll. Un escenario gótico por donde personajes, casi fellinianos, transitan por lúgubres tabernas, gabinetes de alquimistas, bosques tenebrosos, o lagos encantados. Y todo ello siempre al hilo de un diálogo diabólico que enfrenta constantemente a Fausto y al Prestamista (que en la película sustituye al clásico Mefistofeles) en un duelo filosófico, irónico, y mortal que no da tregua ni descanso. Sinceramente, todo ello, demasiado  indigesto para un tranquilo domingo por la tarde.

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