La
muerte es siempre una noticia que nos coge a contrapelo. De nada sirve que
forme parte de la condición humana, siempre acaba sorprendiéndonos.
Así ha pasado, precisamente, con la inesperada muerte del gran director griego Theo Angelopoulos, atropellado brutalmente,
hace unos días, por una motocicleta, mientras cruzaba una avenida de Atenas.
Tan
desafortunado suceso nos ha dejado huérfanos de un cineasta de referencia, cuyo
trabajo no era solo el de un narrador original, sino también el de un gran
historiador, y el de un poeta innovador.
Un director cuyas películas constituyen una de
las cimas de lo que se ha dado en llamar modernidad cinematográfica. Así, solo revisando
algunos de los títulos de su extensa filmografía, como “Reconstrucción” (1970), “EL
viaje de los comediantes” (1975), “Paisaje en la niebla” (1988), “El paso
suspendido de la cigüeña” (1991), “La mirada de Ulises” (1995) o “Eleni”
(2003), nos damos cuenta de que son verdaderas obras maestras que nos muestran siempre el
viaje como la modalidad narrativa que mejor singulariza la obra de
Angelopoulos. Un viaje, de fuera hacia dentro, que constituye una incesante indagación en torno a la
incapacidad de una sociedad para integrar las ideas del pasado en el presente.
Andre
Malraux escribió una vez que solo el arte resiste a la muerte. Theo
Angelopoulos ha muerto. Nos queda, sin embargo, su cine. Inmortal.
Muy interesante tu comentario. Angelopoulos es un director de una sensibilidad exquisita que no conocía. Visto el video fascinante de Eleni que has puesto en Facebook he decidido bajarme la película.
ResponderEliminarTe recomiendo que te bajes también "La mirada de Ulises", es grandiosa, aunque complicada.
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